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Vigésimo séptima edición (2023-2024)

En diciembre, los centros educativos reutilizan desechos y nos animan a imitarles

 
Último mes del año y último ecorreto del 2023: reutilización de materiales. Hay que enseñar (y aprender) a aprovechar aquello que a primera vista parece inservible. De eso sabe mucho Rosa Fiel, del CEP Antonio Magariños Pastoriza, de Cambados. Mujer de alegría contagiosa, no retiene la risa cuando se le pregunta por la «fórmula secreta» para hacer un compost que más de una vez fue calificado de extraordinario.

La profesora, que se toma con optimismo desbordante incluso acciones normales, como ir a quitar las malas hierbas, lo explica como si lo viviera en ese justo momento: «Este curso nos pusimos con las manos en acción: así, como suena! El alumnado de tercero supervisa al por menor la merienda del alumnado de primero: observa, asesora, acompaña y, en caso de que haya cualquier desperdicio en el suelo, lo recoge, con guantes que ya trae de la casa, o incluso redistribuye el que no está donde corresponde!!! Nunca tan limpio estuvo el patio ni tan bien separada la basura».

De eso sabe también, y mucho, Kechu Couso, del colegio Crea Natura, de Conxo-Santiago de Compostela, donde coordina las acciones de Voz Natura, «Estamos construyendo una planta recicladora de plástico para fabricar nuestras propias herramientas de granja a partir de botellas de plástico recicladas, y posteriormente pondremos en marcha un sistema de préstamo con el fin de compartir esa planta recicladora con otros equipos Voz Natura interesados», dice. 

José Manuel Bouzo, del CPI José García García, de Ourense, explica lo que hacen: «Nosotros reciclamos maderas sin tratar, corchos de alcornoques caídos y antiguas cortezas, para biorrefugios y nidos», en un centro donde abunda por todas partes decoración hecha con periódicos y cartones reciclados.

Pero ¿y la fórmula secreta del colegio de Cambados? Lo explica Rosa Fiel: «El trabajo en equipo de  la comunidad». Y concreta algo más: «Las responsables del comedor aportan los restos de comida y ponen el estructurante que previamente nos trajo el Ayuntamiento. El alumnado de 5.º y 6.º, por turnos, aplica el aireador una o dos veces a la semana; el maestro compostero controla humedad y temperatura; la conserje añade hojas secas, restos de fruta y ramas; el alumnado en general aporta los caracoles y babosas, hierbas de la huerta, y todos... esperamos. Pasados seis meses tenemos el mejor compost y toca repartirlo en los bancales. Es en lo que andamos. Disfrutando del trabajo y de la responsabilidad compartida». La profesora termina orgullosa: «Esa es la fórmula».